miércoles, agosto 02, 2006

EL COMIENZO DE UNA NUEVA GUERRA

11 de Julio de 2006 14:11 Siempre me veía como alguien que podría cambiar el mundo, a menudo se me mezclaban los grandes filósofos y pensadores de la Antigüedad y sus máximas me eran vedadas e impracticables para esta sociedad absorbente e individualista. Revolvía mi mente parte de esa historia aprendida, leída, y me remontaba a esas épocas primitivas, en que los más fuertes, los guerreros más valientes lideraban los clanes o tribus y eran estos jefes quienes daban su vida por proteger y defender sus tribus contra los animales salvajes y tribus enemigas. Luego, las Antiguas Civilizaciones. Ni hablar de Esparta y Atenas, cuna, según dicen, de nuestra Civilización. Primeros enunciados de la idea de la Democracia en contraposición al ejercicio de la plutocracia y de la gerontocracia. Mas tarde el Imperio Romano, con todo su legado de su opulencia y decadencia. Pasaron otras etapas de la historia de la Humanidad y Hoy, después de dos conflictos bélicos mundiales, después de la caída de la Cortina de Hierro, del derrumbe del Muro de Berlín, del nacimiento de cientos de “repúblicas independientes” nuevas en el mundo, cuando la pobreza y el hambre siguen siendo el mayor flagelo en nuestro mundo, me da la impresión de que la “guerra fría” está durando demasiado tiempo y que el “fagocitismo en paz” sigue su marcha inexorable. Cualquier persona sabe que los países que perdieron en estas dos guerras mundiales quedaron destrozados, hasta en sus cimientos, en la más absoluta pobreza y miseria, y que de alguna manera, pese a ser botines de guerra de los países vencedores han logrado resurgir de las cenizas cual Ave Fénix. Nuestros países, los de una joven Sudamérica, con más de 150 años de independencia la mayoría, con algunos conflictos bélicos a su haber por cuestiones limítrofes pero que no han sido causales de desastres irreparables, aún no han logrado alcanzar una evolución económica-social y política que las sitúe en naciones desarrolladas, tal cual han alcanzado aquellos países destruídos durante las guerras mundiales, sin nombrar a ninguno. Nuestras evoluciones históricas nos mencionan, en la gran mayoría de los países sudamericanos, que hemos sido los conejillos de indias de todas las tendencias políticas aplicadas por los gobiernos que nos han dirigido. Desde ignorantes caudillos, pseudos iluminados, desde la izquierda , desde la derecha, democracia y gobiernos de facto. De todo hemos experimentado, a todos estos ensayos nos hemos sometido, hemos destruído generaciones de hombres de buena voluntad que han creído en los cambios que se avizoraban tras los mensajes de estos iluminados y solo hemos logrado frustraciones, ostracismos, servilismos, impotencia, descrédito absoluto hacia la verdadera política debido a la práctica de una politiquería y demagogia que utiliza la ley y la justicia para seguir manteniendo las cuotas de poder necesarias para mantenerse en escena. ”Menos mal que las voluntades en el ejercicio del sufragio casi ya no se compran con un peso y un vaso de vino con una empanada, menos mal que el derecho a voto ya no es impuesto por el patrón o el jefe a riesgo de perder sus fuentes de trabajos o ser perseguidos por los matones a sueldo o por las fuerzas de choques sindicales. No, por supuesto que no, aunque me queda la duda de que en algún lugar de nuestra Sudamérica aún se apliquen estos métodos. Ahora a los electores se les puede convocar por la defensa de intereses que les son comunes, se les puede movilizar solo por su propia voluntad, a nadie se le exige presencia si no la siente y aún más, en los momentos de emitir sus sufragios solo se les pide que lo hagan a conciencia, como debe ser, ya que todos los candidatos que se presentan les sobran antecedentes de personas íntegras y valiosas para la comunidad” El párrafo anterior, entrecomillado, no pertenece a una novela de ficción de Julio Verne sino es una visión futurista del producto de una guerra que se avecina y que debemos protagonizar, aunque mal nos pese. Necesitamos , en nuestra Sudamérica iniciar una guerra hacia el hombre materialista, descreído, carente de valores, egocéntrico, demagogo, que habla de “YO” y que ocupan los altos puestos en nuestros gobiernos. Con mensajes populistas, cargados de odios las más de las veces, creen en su rol de comunitarios, democráticos, tal cual lobo disfrazado de oveja. Este debe ser nuestro enemigo. El Vencedor debe ser el HOMBRE NUEVO, el que rescate los valores humanos, el que haga resurgir el concepto de “familia” , el que sienta y tenga la visión de un humanismo a toda prueba, y por qué no?, cristiano, basado por supuesto en el Evangelio. No sé si sería este hombre renovado el que pueda salvar a nuestras naciones de un futuro muy incierto que nos depara el desarrollo de la tecnología nuclear, la destrucción de la sociedad por si misma y el inevitable consumo de los recursos naturales hasta llegar a la carencia de estos. Ni yo, ni ustedes los que hoy leen este artículo quizás estaremos presentes para cuando algo de ésto ocurra, pero no tengamos la menor duda de que lo que hoy estamos pensando para el futuro, es para los que nos siguen, nuestros descendientes. Nosotros ya estamos jugados, así como lo han estado nuestros padres, nuestros abuelos. Solo que debemos seguir luchando día a día por lograr aunque fuesen pequeños cambios. Recuerden, por si lo han olvidado, que hasta nuestro planeta Tierra ha cambiado su eje de inclinación. ¿¿¿¿Será por eso que también nosotros deberemos cambiar?????- Chi lo sa.